Toda la investigación se conoció gracias a varios familiares que contrataron unos detectives privados, que tras una investigación descubrieron los abusos sexuales, físicos y psicológicos que ejercía Rosendo con sus feligreses.
La juez de instrucción número 1 de Tui acaba de dar por zanjada la instrucción contra el líder de la secta de los Miguelianos, en Galicia, Feliciano Miguel Rosendo, y otras 16 personas, sospechas de diversos delitos. Según el auto de procesamiento, el jefe de la secta se valió de la orden religiosa Asociación Pública de Fieles Orden y Mandato de San Miguel Arcángel para cometer 25 abusos sexuales, una agresión sexual, 24 delitos continuados contra la integridad moral, asociación ilícita, delito contra la Hacienda Pública y blanqueo de capitales.
En la resolución, la magistrada ordena mantener la prisión provisional para Rosendo, entre rejas desde que fue detenido justo hace dos años, tras la denuncia de varios familiares que le acusaban de mantenerles en su orden bajo su influencia. Junto a él también fue detenida su mano derecha, Marta Paz, que se hacía pasar por monja a pesar de no estar ordenada por la Iglesia. También está procesada aunque en su caso está en libertad provisional a la espera del juicio.
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La juez Inés Nicolás Herrero ha puesto una fianza a Rosendo de más de 2 millones de euros, a pagar solidariamente con otros procesados. Un hecho relevante es que la magistrada fija como responsable civil subsidiario al Obispado Tui-Vigo, “porque el funcionamiento de la Asociación Pública de Fieles Orden y Mandato de San Miguel Arcángel estuvo amparada por aquella institución, habida cuenta de que dicha asociación actuaba al servicio y bajo la dependencia del Obispado de Tui-Vigo”.
El Obispado amparó la secta
Según la instructora, es “evidente” la existencia de un “vínculo necesario” entre los sujetos activos del delito y la entidad subsidiariamente responsable. Esto significa que si los procesados no hacen frente al pago de la fianza, el Obispado tendrá que asumirla.
La Diócesis de Tui Vigo reconoció en julio de 2009 a la Orden y Mandato San Miguel Arcángel como asociación pública de fieles con derecho diocesano, y ya en diciembre de 2012 el obispo, Luis Quinteiro, tuvo conocimiento de unas «supuestas irregularidades» en su seno. No fue hasta mayo de 2013 que nombró a un visitador canónico al que encomendó que comprobara de primera mano esas presuntas irregularidades, y éste concluyó su informe casi un año después, en el que se corroboraron las denuncias recibidas sobre «la conducta moral» de Miguel Rosendo, por lo que fue apartado cautelarmente.
Falsas monjas
En su lugar, el obispo nombró a un comisario en funciones por tiempo indefinido, a cuyo cargo quedaron 27 miembros llamados «exploradores», que realizan su labor de apostolado en la Diócesis de Tui Vigo, y cuatro «consagradas miguelianas» que atienden una residencia geriátrica en Bustarviejo (Madrid).
Según se concluye de la investigación, los abusos sexuales los cometía con personas de ambos sexos, algunas menores de edad, aunque las víctimas favoritas eran sus falsas monjas, a las que denominaba “bastones”, mujeres a las que manipulaba y supuestamente drogaba para que accedieran a tener relaciones sexuales y participaran en orgías.
Durante una década, Rosendo actuó con plena impunidad. Primero desde una herboristería de Vigo y, después, en un lujoso chalé de Oia (Pontevedra), fue formando una comunidad que llegó a alcanzar los 400 fieles a los que manipulaba con sus fabulaciones.
Toda la investigación se conoció gracias a varios familiares que contrataron unos detectives privados, que tras una investigación descubrieron los abusos sexuales, físicos y psicológicos que ejercía Rosendo con sus feligreses.